DECHADOS
Dechado en blanco
Punta seca sobre papel
de cañamo coreano,
cosida con hilo de seda.
290 x 38 cm
Dechado invisible
Estampación en verde
sobre papel de cañamo
coreano, cosido con
hilo de algodón.
126 x 80 cm
Dechados
Los dechados eran unas tiras bordadas que se empleaban para el aprendizaje de distintos puntos de bordado. Se legaban en herencia y terminaron siendo una manifestación de feminidad. Representaban una infancia estructurada en torno a la admisión de unas características femeninas establecidas.Como ejemplo para las letras se bordaban versos y oraciones piadosas. letanías referentes a la obediencia, amor a dios, a la familia, el sacrificio, el trabajo incansable, la castidad, la caridad… En algunos casos se encontraban frases rebeldes que la autora incluía en un acto de enfrentamiento velado.
Esta forma de manifestación cosida, igual que la tradición literaria oral, remite a las transmisiones de abuela a nieta. En palabras de Oteiza, “desde el cromlech neolítico hasta nosotros, no nos separa o más exactamente nos une, una sucesión de ochenta relaciones de abuela a nieta”1.
La abuela se convierte así en unidad de medida y memoria del tiempo.
Las piezas que componen este proyecto hablan de legado, herencia e intimidad con un pasado que nos une. Cuestionan la identidad cultural de lo femenino como constructo en el arte. La invisibilidad cultural de la mujer en el mundo artístico y denuncian una cultura sin rastro de abuelas.
El formato de algunas piezas, las texturas que las puntadas y otros elementos generan, remiten al dechado como legado cultural .El cosido a modo de texto corrido, se hace invisible y depende de la luz para ser revelado. Como en el entramado cultural, todo está imbricado y es difícil separar y discernir.
La intención es que las piezas transmitan una intuición mística de pasado atávico como el que se encuentra ante manuscritos o esculturas votivas de miles de años, un misterio indescifrable que nos trae un pasado desconocido pero reconocible, silencioso y vacío.
(1) Quousque tandem...! Jorge Oteiza Ed. Pamiela
Los dechados eran unas tiras bordadas que se empleaban para el aprendizaje de distintos puntos de bordado. Se legaban en herencia y terminaron siendo una manifestación de feminidad. Representaban una infancia estructurada en torno a la admisión de unas características femeninas establecidas.Como ejemplo para las letras se bordaban versos y oraciones piadosas. letanías referentes a la obediencia, amor a dios, a la familia, el sacrificio, el trabajo incansable, la castidad, la caridad… En algunos casos se encontraban frases rebeldes que la autora incluía en un acto de enfrentamiento velado.
Esta forma de manifestación cosida, igual que la tradición literaria oral, remite a las transmisiones de abuela a nieta. En palabras de Oteiza, “desde el cromlech neolítico hasta nosotros, no nos separa o más exactamente nos une, una sucesión de ochenta relaciones de abuela a nieta”1.
La abuela se convierte así en unidad de medida y memoria del tiempo.
Las piezas que componen este proyecto hablan de legado, herencia e intimidad con un pasado que nos une. Cuestionan la identidad cultural de lo femenino como constructo en el arte. La invisibilidad cultural de la mujer en el mundo artístico y denuncian una cultura sin rastro de abuelas.
El formato de algunas piezas, las texturas que las puntadas y otros elementos generan, remiten al dechado como legado cultural .El cosido a modo de texto corrido, se hace invisible y depende de la luz para ser revelado. Como en el entramado cultural, todo está imbricado y es difícil separar y discernir.
La intención es que las piezas transmitan una intuición mística de pasado atávico como el que se encuentra ante manuscritos o esculturas votivas de miles de años, un misterio indescifrable que nos trae un pasado desconocido pero reconocible, silencioso y vacío.
(1) Quousque tandem...! Jorge Oteiza Ed. Pamiela